El secreto de una sana autoestima consiste en saber que es imposible
complacer a todos. La siguiente historia es bastante ilustrativa.
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Virginia Satir: Mi Declaración de Autoestima
]
El anciano, el niño y el burro
Por el campo estaban caminando un viejo y su nieto. Llevaban un burro
cargado de leña rumbo a su casa. Pasó un señor y les grito:
«Asà que son tontos, pudiendo montarse en el burro, prefieren caminar
bajo este sol tan fuerte!»
Entonces el viejo y su nieto se miraron, en verdad no estaban muy
cansados, pero para evitar nuevos comentarios decidieron que el niño se
montara en el burro. Como era el más pequeño asà viajarÃan más rápido, fue
lo que pensaron. Un poco más adelante pasaron por un pueblo. Entonces la
gente comenzó a murmurar, hasta que una señora se les acercó y les gritó
delante de todo el mundo, dirigiéndose al niño:
«¡Hay que ver que si eres mal agradecido, haciendo caminar a ese pobre
viejo, mientras tú vas cómodo en el burro. Eres tan egoÃsta que eres
incapaz de compartir con él un puesto!»
Cuando estuvieron lejos de la mirada de la gente del pueblo, ambos
intercambiaron de puesto. Total ya el niño habÃa descansado un poco y
podÃa acelerar el paso. Asà pensaron que no volverÃan a recibir
reproches. Al rato pasó junto a ellos un grupo de personas en sentido
contrario. No tardó que del grupo un hombre les dijera:
«¡Si eres cruel, obligando a ese niño a caminar cuando podrÃas montarlo
en el burro!».
El grupo siguió su camino, dejando a ambos pensativos. Entonces para
evitar un nuevo reclamo, el viejo ayudó a su nieto subir al burro,
siguiendo su camino hacia su casa. «Asà no seremos tontos, crueles ni
egoÃstas», le dijo a su nieto al momento de partir de nuevo, ambos
montados en el burro.
Cuando por fin llegaron a su pueblo, la gente se les quedo viendo
perplejos. Sus conocidos no podÃan creer lo que estaban viendo. El viejo y
su nieto no acostumbraban a hacer lo que hoy hacÃan. Cuando por fin
llegaron a su casa, salió la mujer del anciano.
Al verlos llegar ambos montados en el burro, no dudó en reprocharles:
«¿Cómo se les ocurre montarse ambos en el pobre burro y además cargado?
¿Es que no pueden caminar? Van a matar al pobre animal y entonces ¿Cómo
haremos para ir a buscar más leña? ¿Es que no piensan?»...
Tú opinión es más importante
El secreto de una sana autoestima es conocer que no podemos complacer a
todos. Es imposible complacer al 100% de las personas. Hay que aceptar que
lo que somos o lo que hacemos no tiene porque agradarle a todo el mundo.
Pero al menos tiene que agradarle a la persona más importante: a ti mismo.
Si dejamos de lado nuestra propia opinión, gustos, deseos o intereses por
satisfacer a los demás, estaremos condicionando nuestra valÃa personal a
la opinión de otros. Es como tener una autoestima prestada donde mi valor
depende de la aceptación de los demás y no de mà mismo.
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