El secreto de una sana autoestima


El secreto de una sana autoestima consiste en saber que es imposible complacer a todos. La siguiente historia es bastante ilustrativa.



El anciano, el niño y el burro
Por el campo estaban caminando un viejo y su nieto. Llevaban un burro cargado de leña rumbo a su casa. Pasó un señor y les grito:

«Así que son tontos, pudiendo montarse en el burro, prefieren caminar bajo este sol tan fuerte!»

Entonces el viejo y su nieto se miraron, en verdad no estaban muy cansados, pero para evitar nuevos comentarios decidieron que el niño se montara en el burro. Como era el más pequeño así viajarían más rápido, fue lo que pensaron. Un poco más adelante pasaron por un pueblo. Entonces la gente comenzó a murmurar, hasta que una señora se les acercó y les gritó delante de todo el mundo, dirigiéndose al niño:
«¡Hay que ver que si eres mal agradecido, haciendo caminar a ese pobre viejo, mientras tú vas cómodo en el burro. Eres tan egoísta que eres incapaz de compartir con él un puesto!»

Cuando estuvieron lejos de la mirada de la gente del pueblo, ambos intercambiaron de puesto. Total ya el niño había descansado un poco y podía acelerar el paso. Así­ pensaron que no volverí­an a recibir reproches. Al rato pasó junto a ellos un grupo de personas en sentido contrario. No tardó que del grupo un hombre les dijera:
«¡Si eres cruel, obligando a ese niño a caminar cuando podrí­as montarlo en el burro!».

El grupo siguió su camino, dejando a ambos pensativos. Entonces para evitar un nuevo reclamo, el viejo ayudó a su nieto subir al burro, siguiendo su camino hacia su casa. «Así no seremos tontos, crueles ni egoístas», le dijo a su nieto al momento de partir de nuevo, ambos montados en el burro.

Cuando por fin llegaron a su pueblo, la gente se les quedo viendo perplejos. Sus conocidos no podían creer lo que estaban viendo. El viejo y su nieto no acostumbraban a hacer lo que hoy hacían. Cuando por fin llegaron a su casa, salió la mujer del anciano.

Al verlos llegar ambos montados en el burro, no dudó en reprocharles:
«¿Cómo se les ocurre montarse ambos en el pobre burro y además cargado? ¿Es que no pueden caminar? Van a matar al pobre animal y entonces ¿Cómo haremos para ir a buscar más leña? ¿Es que no piensan?»...

Tú opinión es más importante
El secreto de una sana autoestima es conocer que no podemos complacer a todos. Es imposible complacer al 100% de las personas. Hay que aceptar que lo que somos o lo que hacemos no tiene porque agradarle a todo el mundo. Pero al menos tiene que agradarle a la persona más importante: a ti mismo. Si dejamos de lado nuestra propia opinión, gustos, deseos o intereses por satisfacer a los demás, estaremos condicionando nuestra valía personal a la opinión de otros. Es como tener una autoestima prestada donde mi valor depende de la aceptación de los demás y no de mí mismo.

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